Mitades
Partirse en dos para encontrarse; para ser un después del ahora y un antes del después. Una parte que salpica amor en las paredes blancas de la casa y otra que se desparrama en el blanco del papel. La parte que crea es como arena caliente, que se adhiere a la piel y que ya no puede quitarse porque si se la arranca, se lleva un pedazo de carne. La otra mitad tiene la pureza del agua que lava y calma la sed.
Partirse en dos para que la mitad ardiente sepa que es la mitad más franca, aunque la otra sea la mitad más pura. Ser en la unión, la justa proporción de perversiones y caricias. Aquello que voló de un mundo plano con levitar de ave fénix y que con alas de fuego abriga los espacios que lo contienen.
Saber que ambas mitades tienen poesía porque una la crea y la otra la entrega. Que la mitad que ofrenda su amor y que zurce, que cocina y canta, que saluda y dice gracias y ordena los placares es tan ella como la mitad que tiene plumas y fuego.
Partirse en dos para que la mitad que agrega sal a la sopa que revuelve, se vaya abandonando a la verdad de la otra mitad que contiene sus ansias de decir y viceversa. Encontrar el punto de unión. Ser el todo sin dejar nada.