Etiqueta: Escribir

Cielo de Buenos Aires Nov/2017 Karina Sacerdote...

Soñó con cien gansos blancos. Se contempló alimentándolos: lanzaba semillas al aire, las aves picoteaban el suelo, extendían sus alas. Sus graznidos se escuchaban como música feliz. Despertó deseando que ese sueño fuese realidad. Abrió las ventanas, y se asombró al ver que, como en el sueño, una centena...

DONDE FLORECEN LOS MANZANOS Donde florecen los manzanos. Novela. 2024. Salamanquesa ediciones Edmundo ha muerto y, en el funeral, Catalina se esfuerza por ocultar sus ojos vacíos de lágrimas. Nunca quiso a su esposo y su muerte es para ella una liberación, la posibilidad de escapar a la sumisión...

La mujer espera. La cama estrena sábanas púrpuras. Y el tiempo siempre se dilata. Se empecina en estirarse como pantalón de gimnasia del colegio: ése que mamá había comprado grande para que durase toda la primaria. Un tiempo remendado y tenso, que de azul oscuro se fue volviendo lila....

Primero la luz sinuosa cegadora la luz cerca fascinante penetrándonos después el miedo y la oscuridad llameando los costados chupándonos tragándonos estática malintencionada acosándonos y luego el azul el azul y el violeta transmutándose titubeando entre luces y sombras resarciéndonos completándonos por inercia permanecer suspendidos como víctimas y verdugos...

ahí en mi punto de tangencia los silencios se concentran las culpas se agrupan mi papá cierra los ojos mis dedos se corrompen vuelvo a llorar en un rincón las luces se despedazan y vos justo ahí llegás del infinito para ser-me y amás me amás otra vez....

Las palabras dañan y prefiero el daño al silencio de mí porque como la libélula resisto mis manos son alas entregadas que se mojan en el papel como mujer resisto y la esperanza mana del ocaso que nace en el camino digo porque decir salva seré un renuevo para...

Sobre la mesa desparramadas las cuentas pendientes siempre se debe poco se acredita todo se paga hasta el amor hasta la vida cotizamos el viaje hacia la muerte allá lejos y solos en donde estaremos saldados....

Mi abuela Mafalda quitaba el papel blanco y desplazaba el Imperial ruso hasta el centro de la mesa fue quien me dio a probar por primera vez el dulzor del merengue también por vez primera la amargura de la muerte....

compartían el gusto por el buen vino y poco más cargaban juntos los sueños rotos y se tiraban los platos hasta dagas se tiraban tenían los dos una sincronía desfasada primero se fue él y nueve años después once meses y un día se fue ella así fue su...